Hoy es un gran día, eso no ha evitado que haya sido movidito.
Se vaticinaba una jornada de festividad en la Base Estelar de la Región 9 en la que estamos atracados. A media mañana estaba toda la tripulación en la plaza central de la Base Estelar vestida con nuestras mejores galas disfrutando de la amigable compañía de la gente que vive y trabaja allí. La plaza está impresionante, junto a sus ya admirables fuentes y pequeñas muestras de vegetación de diferentes mundos de la Federación, disfrutamos de una atractiva iluminación, acompañada con imágenes holográficas gigantes que muestran nuestra nave. Todo está preparado para celebrar que nuestro capitán ha sido ascendido a comodoro de la Región 9, el primer oficial ha sido ascendido a capitán de la USS-Andalucía, sin olvidar diversas incorporaciones y ascensos entre la tripulación.
La mezcla de ambiente serio por el acto, pero alegre y festivo por las buenas noticias inundaban la estación estelar.
Sin embargo, a pocos minutos de que empezase el acto principal de la celebración, el mando de la Flota Estelar ha mandado un mensaje urgente: una nave vulcana relativamente cercana a la base estelar ha enviado una señal de socorro, y la USS-Andalucía es la única nave que está cerca y capacitada para acudir.
El Comodoro Pittarelli no ha necesitado mas que un pequeño gesto con su cabeza hacia nuestro nuevo Capitán Segura para que toda la tripulación haya salido disparada hacia la USS-Andalucía presta a cumplir con lo que se espera de una tripulación de la Flota Estelar.
En pocos minutos hemos abandonado la Base Estelar y a máxima velocidad nos hemos aproximado a la nave Vulcana. Es una nave científica, con ese color rojizo característico de las naves vulcanas, pero se aprecian grandes daños por toda ella.
En cuanto hemos estado cerca, un grupo de auxilio se ha trasportado, entre ellos nos encontramos la jefa de ciencias, el ingeniero jefe y el jefe médico. Hemos aparecido en el seno de una nave en serios apuros, sin casi soporte vital, llevamos equipos autónomos de respiración. Nos hemos distribuido y rápidamente, pero laboriosamente vamos encontrando a la tripulación bastante afectada, con heridas de diversa consideración. Los vamos evacuando a la enfermería de nuestra nave. La nave vulcana es grande pero la tripulación pequeña, nuestros tricorders nos ayudan a localizar a todos los seres abordo.
Cuando nos aproximamos a las dos últimas señales de vida, no podemos llegar a su lado. Se encuentran en una sala de aislamiento en el centro de un gran laboratorio que está totalmente saturado de radiaciones metreónicas. La concentración es letal y a la vez impide usar el trasporte para llegar hasta ellos. Estamos bloqueados. Mirando el diagrama de la nave veo que el laboratorio esta en una cubierta exterior, entonces se me ocurre pedirle al capitán que dispare un rayo phaser al casco, para abrir una brecha en el mismo. Mis compañeros me miran incrédulos, pero el capitán confía y dispara.
Logramos abrir una brecha y el laboratorio queda abierto al espacio exterior; entonces comienza a perderse atmósfera, y con ella parte de la radiación. En cuanto la radiación desciende a un nivel no letal, me abalanzo hacia el laboratorio y llego hasta la sala de aislamiento; coloco unos intensificadores de señal para transportador a los supervivientes y nos trasladan inmediatamente a la enfermería.
Como la cantidad de supervivientes es mayor a la cantidad de camas de las que disponemos en la enfermería, el equipo de ingeniería ha despejado rápidamente una bahía de carga y la adecuado como área de convalecencia.
Pese a que muchas heridas entre los tripulantes de la nave vulcana yd el equipo de rescata son graves, el magnífico equipo de enfermería logra que no haya fallecimientos.
Yo me encuentro en una camilla, bajo tratamiento para eliminar los efectos de la radiación. Junto a mi están los tripulantes que hemos evacuado de la sala de aislamiento; a un lado tengo al capitán de la nave vulcana y al otro al jefe médico de la nave.
En cuanto la tripulación se encuentra estabilizada, comenzamos a arrastrar la nave vulcana con nuestro rayo tractor. Un equipo de ingeniería ha conseguido estabilizar los sistemas de la nave y eliminar las fuentes de radiaciones peligrosas.
Según me cuenta el capitán vulcano, estaban haciendo experimentos con radiaciones metafísicas, cuando algo ha fallado y se producido un fallo general en la nave, ellos se salvaron al meterse en la sala de aislamiento.
A las horas estamos de vuelta en la base estelar, la tripulación vulcana es trasladada a las dependencias médicas de la base y nosotros, la tripulación de la USS-Andalucía llegamos exultantes a la fiesta posterior a la celebración oficial. Pese a que varios de nosotros estamos aún convalecientes por las lesiones que hemos sufrido durante el rescate, no queremos perdernos la fiesta y acudimos renqueantes a la misma.
La primera misión del Capitán segura ha sido inesperada, aunque hemos recibido el agradecimiento del Alto Mando Vulcano por salvar a toda la tripulación.
Espero que al menos podamos disfrutar de la fiesta sin interrupciones.
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